Mi Ángel querido, lamento
que el reverso de la vida
sea el final de un cuento
con la mirada perdida.
Aguanta aunque sople el viento,
no por que yo te lo pida;
ya sabes que en este invento
se guarda lo que se cuida.
Que no hay cierzo que pueda
con los nómadas baturros
y la Pili, en tus susurros,
prohibió el toque de queda.
Recordar es prEsencial:
¡ánimo, Angelical!
Desde Moguer, en un septiembre de ausencia de 2018